Tener una idea original o innovadora que atraiga al público parece que es lo más importante cuando un emprendedor crea un nuevo negocio. Sin embargo, la dinámica empresarial demuestra que lo fundamental es convencer al consumidor y modelar el producto o servicio de acuerdo con sus preferencias y necesidades, porque la vida de una empresa depende de vender o no vender. Para elaborar un plan de márketing que asegure la supervivencia debes contemplar los siguientes puntos:

Análisis. Recabar toda la información posible sobre el entorno en el que te quieres mover.

Definición de objetivos. A partir de toda esa documentación hay que segmentar el mercado, elegir muy bien el target o colectivo al que te quieres dirigir y definir tu posicionamiento. Es decir, el mensaje con el que quieres darte a conocer.

Ejecución. Es la fase en la que se definen lo que en inglés llaman 4P: producto, precio, promoción-publicidad y distribución (place). Es la parte más técnica, pero con la que comienzas a actuar.

Cómo lanzarte a la aventura empresarial

Para que un negocio consiga los objetivos previstos, Javier Echaleku, emprendedor y experto en gestión empresarial, recomienda revisar algunos puntos antes de incorporarse al mercado:

Conocimiento del entorno. La falta de experiencia previa puede convertirse en un hándicap, sobre todo ahora que muchos profesionales emprenden por necesidad. Hay que prepararse a fondo y asumir que es muy probable que a la primera no salga bien, pero que esa experiencia servirá para encontrar la forma adecuada.

Elección de socios. Si necesitas compartir la dirección, debes evitar la elección de socios bajo el paraguas de la amistad. Y hacerlo al 50% también es peligroso porque siempre hay alguien que lidera el proyecto y, mientras, el resto aporta valor añadido y contraresta las carencias del que dirige.

Soy el mejor. El ego de creerse autosuficiente es mal consejero. El buen empresario sabe buscar talento que aporte valor a la empresa y no tiene miedo a que sus colaboradores sepan más que él.

Visión panorámica. Un negocio está compuesto de múltiples factores y todos están relacionados entre sí. Si eres consiente de todas sus implicaciones vas adquiriendo una intuición que permite anticiparse a los problemas. Además, siempre tienes un plan B para todo.

Capacidad de cambio. Un plan estratégico a cinco años es algo del pasado. Ahora los planes son a corto plazo y flexibles para que puedas cambiar tu rumbo rápidamente.

Autocrítica. Sé realista. Cuando algo falla la culpa nunca es del exterior, se debe a tu falta de previsión o mala gestión. Si no lo asumes, no encontrarás la solución.

Más información: Diario Expansión.

Fuente: Diario Expansión.