Desde hace una década y media, hemos visto cómo la presencia de Internet en nuestras vidas ha ido pasando de una herramienta de información puntual a ser el medio donde desarrollamos buena parte de nuestra actividad social y laboral. Un estándar para relacionarse con los demás, cuyo manejo por todos casi se da por sentado desde las administraciones, empresas, organizaciones...

Sin embargo, el impulso de esta ciudadanía digital universal tiene más implicaciones de lo que pueda parecer. Por ejemplo, si hace unos años vivimos una corriente de presión social para que edificios y medios de transporte fueran accesibles a las personas con discapacidad, hoy las demandas de esta parte de la población (nada menos que un 8,5% del censo, según el INE) se centran en poder acceder a Internet y usar los múltiples dispositivos de navegación en las mismas condiciones que el resto.

Aparte, “en España tenemos la legislación más avanzada de Europa en esta materia, que obliga a la Administración y a las grandes empresas a que sus contenidos web tengan un determinado nivel de accesibilidad para personas con discapacidad”, recuerda Lourdes González, directora de tecnologías accesibles de Technosite. Desde hace años, esta empresa de la Fundación ONCE viene promoviendo iniciativas como Inredis, un proyecto de investigación en donde trabaja en consorcio con otras firmas privadas que han centrado su negocio en dicho campo.

Un ejemplo de empresa de este tipo es Code Factory, que desarrolla programas para que los smartphones puedan ser usados por ciegos, transformando en voz lo que sale por pantalla. Hablando de este mercado, su responsable, Eduard Sánchez, recuerda cómo “en Estados Unidos ya hay leyes que obligan a los fabricantes de teléfonos móviles a incorporar soluciones accesibles. Ha pasado de ser un lujo a una obligación”.

Soluciones personalizadas.

Esta demanda de adaptar la tecnología a toda la sociedad abre un amplísimo campo para investigaciones que den respuestas a los distintos colectivos. Su mercado potencial, sólo en España, es una población de casi cuatro millones de personas con alguna discapacidad; “un vasto colectivo con características muy diferentes, que requieren soluciones personalizadas”, afirma Diego Soriano, gerente de Proyectos del Centro Nacional de Tecnologías de la Accesibilidad (Centac), fundación privada en cuyo patronato están representados tanto empresas privadas como organismos públicos.

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Fuente: Revista Emprendedores.