Los significativos avances realizados en materia de modernización, desarrollo y apertura democrática durante los últimos años han convertido a Marruecos en el país más estable del norte de África; un importante aliciente para la inversión extranjera, al que se suman otros como su situación geoestratégica (como punto de partida hacia Oriente Medio y el África Subsahariana), unos costes competitivos, su creciente apertura al exterior, la progresiva liberalización de su mercado interior y los ambiciosos programas de reforma sectorial e infraestructuras puestos en marcha para potenciar la agricultura, el sector industrial o las energías renovables y reforzar su competitividad estructural.

A pesar de su estrecha vinculación con la Unión Europea, su principal socio económico y comercial, Marruecos ha salido relativamente indemne de la crisis internacional, con tasas de crecimiento que en los últimos cuatro años se han situado en una media del 4,75%, de acuerdo con The Economist Intelligence Unit. Sin embargo, según apunta esta misma fuente, el pobre comportamiento de su sector agrícola y la desaceleración económica que vive Europa hacen prever un descenso de esa cifra en 2012 hasta el 2,4%, para regresar a cotas superiores al 4% en 2013.

Dada su proximidad geográfica, Marruecos ha sido tradicionalmente un destino estratégico para España (el primero de nuestras exportaciones e inversiones en África), para el que se ha elaborado un Plan Integral de Desarrollo de Mercado (PIDM). Ambos países tienen suscrito un Convenido de Doble Imposición y un Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (APPRI), vigentes desde 1985 y 2005, respectivamente.

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Fuente: El Exportador.