La evolución tecnológica y la difusión del conocimiento producida en los últimos tiempos han permitido alcanzar un notable punto de estandarización en el proceso productivo. Aunque siempre hay nuevas tecnologías y procesos innovadores, lo cierto es que la mayor parte de las tareas de fabricación pueden ser subcontratadas a empresas especializadas. La producción ha dejado de ser el elemento central de la actividad. La diferencia entre unos productos y otros no surge en la manufactura, sino en el diseño, la imagen de marca, el servicio posventa, etc. Y esto afecta a todos los sectores.

Hace años, las empresas españolas que subcontrataban su producción se circunscribían a ámbitos industriales muy concretos, como el textil, juguetero, calzado... Pero esto está cambiando. “Hoy en día, casi no hay una compañía cuya producción esté 100% integrada. Siempre hay elementos que vienen de fuera”, declara Javier Rovira, socio director de Know How Consulting y profesor de Marketing Estratégico de ESIC. Algo en lo que coincide Ángel Díaz, profesor de Operaciones y director del Programa Doctoral de IE Business School, para quien “el mundo es demasiado complejo para una integración vertical como la de Henry Ford hace 100 años”.

Aun así, no todas las actividades son iguales. Javier Marín, director del Master en Supply Chain Management de EAE, reseña que la subcontratación resulta más propicia en “todos aquellos sectores en los que la producción no constituye el núcleo principal de la empresa”. Reconoce que incluso cuando es un elemento central, también “suele segregarse parte de fabricación que pueda considerarse no estratégica o commodity”.

Además, Marín indica que “tradicionalmente, las empresas comercializadoras han externalizado su producción buscando los focos, mercados fabriles que se concentran e identifican por tipo de proceso, maquinaria o habilidad. Y los sectores intensivos en mano de obra han sido los principales candidatos a la subcontratación, como el textil, montaje en electrónica de consumo, etc.”.

¿Por qué subcontratar?

Como explica Javier Marín, “no existe una razón única que lleve a las empresas a subcontratar la producción. El principal indicador debe ser el de encontrar un camino para mejorar la posición de competitividad en el mercado”. ¿Pero cómo contribuye la subcontratación a mejorar dicha competitividad?:

Mejora los costes. Por lo general, la subcontratación supone una mejora de costes. Rovira afirma que las compañías que externalizan la producción “reconocen que no pueden construir una ventaja competitiva en el mercado cuyo origen esté en la producción, pues hay otros que saben producir igual o mejor y a menor coste o con mayor flexibilidad. Las compañías que fabrican para terceros tienen una mayor capacidad de investigación, de volumen o de ahorro de costes. Y la tecnología va extraordinariamente rápido. No conviene distraer recursos”. Además, si fabricamos en casa, los costes fijos van a ser mayores. Pero si se subcontrata, parte de éstos pasan a ser variables.

Mayor capacidad. Muchas compañías recurren a la subcontratación cuando ven la necesidad de dar un salto en su volumen de negocio y requieren aumentar su producción de forma sustancial. ¿Por qué? Subcontratar permite incrementar la capacidad productiva sin necesidad de realizar una inversión intensiva en medios de producción.

Centrarse en el valor añadido. “Vivimos en un mundo mucho más complejo y para una empresa resulta difícil hacerlo todo ella misma. Debe saber qué procesos son medulares o críticos, focalizarse en ellos y permitir que otros hagan el resto”, apunta Díaz. Por eso, al ser innecesario destinar más recursos para aumentar la producción, la empresa puede dedicar capital y esfuerzos a la comercialización y la distribución, así como a aquellas actividades que permiten generar valor añadido, como la I+D+i, creación de marca, diseño de producto, marketing, servicio de atención al cliente y posventa, etc.

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Fuente: Revista Emprendedores.