México cuenta con una privilegiada posición geográfica en el continente americano: comparte 3.000 km de su frontera norte con Estados Unidos y sus amplias “fachadas” litorales, abiertas tanto al Atlántico como al Pacífico, le permiten conectar desde una posición central con los mercados europeos y con las dinámicas economías asiáticas. Además, se trata de uno de los países con mayor apertura hacia el comercio, como ponen de manifiesto sus acuerdos comerciales con 44 países, entre los que destacan los suscritos con la Unión Europea y con Estados Unidos y Canadá. En virtud de ellos, México tiene acceso preferencial a más de 1.000 millones de consumidores en todo el mundo.

Del mercado mexicano también destaca su alto contingente de población joven con un buen grado de preparación en diferentes actividades. En este sentido, cabe subrayar que el país azteca ha construido en los últimos años 105 universidades.

Por otro lado, México cuenta con una considerable riqueza en materias primas: se trata del sexto productor mundial de petróleo, el primero de plata y el cuarto país con mayor biodiversidad.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que la realidad de la población mexicana es muy diversa desde el punto de vista socioeconómico. Existen ritmos de desarrollo diferentes, con enormes desigualdades en la distribución de la riqueza y en el acceso a la educación, la salud y el bienestar.

El mes pasado, la OCDE, en su informe de coyuntura semestral, cifraba las estimaciones de crecimiento del PIB del país en el 3,6% para este año y en cerca del 3,8% para 2013. Las perspectivas económicas de México están basadas en la buena evolución del sector exterior que, a su vez, se encuentra muy vinculado a la marcha de su vecino del norte, Estados Unidos, a cuyo mercado se destina una parte muy significativa de las exportaciones del país. De la misma manera, los riesgos que pudieran afectar a la economía mexicana también proceden del exterior, por la incertidumbre derivada de las crisis de deuda soberana en Europa, o por el impacto que supondría que la economía estadounidense no continúe su crecimiento positivo.

Inversión extranjera

En sintonía con la estabilidad macroeconómica y la certidumbre jurídica, buenas razones para atraer inversión extranjera, el país ha liderado junto a Brasil los primeros puestos en la clasificación de destinos de IED en América Latina. Con respecto al origen de esa inversión, Estados Unidos ocupa la primera plaza de manera indiscutible, con el 51,4% del total acumulado desde el año 2000 hasta el primer trimestre de 2011. El caso de España es muy significativo, puesto que está en segunda posición como inversor más importante para ese mismo período con el 15,2%. Para facilitar la relación bilateral entre España y México hay firmado un Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (APPRI) en vigor desde el año 2008, junto con un Convenio para Evitar la Doble Imposición, que data de 1995.

Desde un punto de vista sectorial, durante 2010 la IED en México se dirigió principalmente a la industria manufacturera (casi un 60%), al comercio (15%) y a los servicios financieros (10%). En cuanto a los destinos, con datos de ese mismo año, el Distrito Federal acaparó prácticamente el 40% y el estado de Nuevo León el 27,4%.

El pasado mes de abril, el diario Expansión publicaba una entrevista con el ministro de Economía de México, Bruno Ferrari, en la que este destaca que la inversión española se duplicó en 2011 respecto a 2010. Además, señala que el sector de las energías renovables está atrayendo capital español y el de la industria aeroespacial es uno de los que cuenta con mejor futuro.

La norma que regula las inversiones en México es la Ley de Inversión Extranjera (LIE) de diciembre de 1993 y sus modificaciones sucesivas. Establece, como principio general, que el inversor extranjero podrá participar en cualquier proporción hasta en el 94% de sectores de actividad que recoge la legislación del país. No obstante, incluye una clasificación de actividades que se reserva el propio Estado como los hidrocarburos, la energía, correos o la emisión de billetes; contempla otras que están reservadas a nacionales mexicanos, como los servicios de radiodifusión; y, por último, otras en las que existe un porcentaje permitido para la participación extranjera.

Recientemente, México ha abierto la puerta a que las empresas extranjeras puedan optar a licitaciones de obras de infraestructuras en régimen de colaboración público-privada. La nueva norma, Ley de Asociaciones Público-Privadas, fue publicada el pasado mes de enero por el Ejecutivo del país. Precisamente, una de las metas del Gobierno mexicano es la mejora de infraestructuras, y con este marco jurídico podrá acometer operaciones más complejas de la mano de las empresas locales o foráneas.

Con respecto a los incentivos, los hay de carácter fiscal que afectan a todo el territorio de la república excepto las grandes áreas metropolitanas: el Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara. También están previstos beneficios en el mercado laboral en el caso de contrataciones de primer empleo y para capacitación profesional, así como programas para el desarrollo tecnológico y la innovación, que van desde estímulos para la creación de nuevos negocios hasta líneas específicas para aquellas empresas que quieran trabajar con la investigación pública y sus centros tecnológicos.

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Fuente: El Exportador.