Conocer quién es nuestro público objetivo. Cómo son y cuántos, dónde están, cuál será su probable evolución, etc.; en definitiva, conocer nuestro mercado potencial presente y futuro.

Fijar nuestros objetivos comerciales. Es decir, si estamos pensando en un único establecimiento o en montar una cadena, si vamos a vender sólo en un área o en varias, si lo haremos a nivel nacional o internacional, etc.

Su área de influencia. El radio de atracción que tendrá el negocio en la ubicación seleccionada, analizando la presencia de posibles competidores en la zona, o bien negocios complementarios a nuestro propio establecimiento, las posibilidades de expansión en la zona, entre otras.

El perfil de los residentes de la zona, comprobando que se corresponde con nuestro perfil del cliente, asegurando así la viabilidad del negocio.

Variables generadoras de tráfico como la proximidad de lugares de ocio (cines, teatros,...), espacios o locales atractivos para el turismo (hoteles, restaurantes,...) o cualquier otro centro susceptible de generar tráfico hacia la zona.

Tránsito de la zona. El análisis del tránsito permite saber quienes pasan por delante de nuestro negocio, a qué horas lo hacen y con qué motivo. La unión de esta información a las características sociodemográficas y tipológicas de estos transeúntes nos ayudará a diseñar estrategias atractivas que los conviertan en visitantes.

Más información: Revista Emprendedores.

Fuente: Revista Emprendedores.