“El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Estas palabras de Winston Churchill siguen vigentes más de cuarenta años después.

Cometer errores es parte del proceso emprendedor. Cualquier empresario novato no debe pretender crear una empresa sin equivocarse en algún momento. “Lo que hay que hacer es tomar estos fallos como aprendizaje. Cualquier tropiezo debe ser un paso más hacia el triunfo empresarial, y forma parte del día a día de un emprendedor. Hay que convertir en algo positivo estos baches, aprender y corregirlos para que en el futuro no se vuelvan a repetir”, asegura Sèbastien Chartier, CEO de Creaventure y fundador del Salón MiEmpresa.

Fallos frecuentes

Errores hay muchos. Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña, emprendedor y business angel, considera que el más peligroso se produce cuando se cuenta con un socio que no es realmente necesario y no aporta nada al proyecto. “Un socio te acompaña en el camino, tanto o más que tu pareja en la vida personal, y por eso debe escogerse cuidadosamente”. Pero no es el único. Este inversor enumera otros tantos: creer que todos los que se acerquen a tu proyecto se enamorarán de él; minimizar a la competencia y confiar en la publicidad institucional, pues las ayudas públicas, el ICO y el acceso a la financiación “son un punto complejo en estos momentos”. Tampoco hay que desdeñar la necesidad de asesoramiento técnico en labores administrativo-contables; hay que hacer previsiones a largo plazo (más de cinco años) en un escenario como el actual en el que la crisis y la tecnología lo están cambiando todo, y minimizar las necesidades financieras. “Hay que ser realistas o nos veremos abocados a una búsqueda desordenada de dinero, que pondrá en serio riesgo el proyecto”, afirma Suárez Sánchez-Ocaña.

Chartier afina más en su clasificación y cataloga los errores según la parte del proceso en la que se cometan. Así, considera que en bastantes ocasiones, durante la preparación del plan de negocio, los emprendedores novatos confunden a los business angel con filántropos; dedican más esfuerzos en buscar financiación que clientes; pretenden conseguir dinero antes de tiempo; pueden llegar a valorar de manera irreal el proyecto; confunden ventas (facturación) con cash-flow; regalan acciones demasiado pronto a amigos, familiares o colaboradores que luego pondrán problemas en futuras operaciones corporativas; equivocan el corto plazo (sobrevivir) con el largo (apuesta y posicionamiento); cuentan con escasos conocimientos financieros y de gestión, y no toman en cuenta la importancia de los aspectos legales.

Reconocer los fallos, aprender y corregirlos es esencial para que no se vuelvan a repetir

Los fallos más frecuentes cuando se testa el proyecto en el mercado se producen cuando el emprendedor no escucha a su cliente; piensa que no tiene competencia; se dirige a un mercado demasiado pequeño o complicado; no dispone de un business model claro y probado; no tiene visión; no cuenta con una estrategia de márketing bien definida; no se centra en los objetivos reales y piensa que el producto se venderá solo.

Cuando se forma el equipo, muchos emprendedores no saben reclutar a los mejores colaboradores ni retener el talento. Algunos son excesivamente tacaños en la remuneración; muchos no saben delegar y lo quieren controlar todo y a otros tantos les falta motivación, tesón y determinación ante los problemas.

Conocer las limitaciones, rodearse de expertos, contar con una formación específica, estresar previamente el modelo de negocio y ser realista con las previsiones de ingresos puede salvar a los empresarios recién nacidos de muchos de estos problemas.

Más información: Diario Expansión.

Fuente: Diario Expansión.