Si hoy Graphenea es una realidad se debe sobre todo a la visión y el empeño de Jesús de la Fuente, CEO y fundador de la compañía. Su experiencia profesional le permitió ver las posibilidades de negocio que tenía el grafeno y, lejos de asustarse por tratarse de un material apenas conocido y en fase de investigación, se lanzó a la arena.

 

Vi la oportunidad de fabricar este material, pensando en un mercado muy pequeño, de nicho. En 2009 se inauguró el centro de nanotecnología CIC nanoGUNE de San Sebastián, así que les presenté la idea. Les encantó. Tanto que adquirieron una participación minoritaria. Ese mismo año, con una ronda de inversores privados y la financiación que pude conseguir, echamos a andar”, explica De la Fuente.

 

Un futuro muy presente

 

¿Pero qué es el grafeno y para qué sirve? Este material se aisló por primera vez en 2004 y hoy está exclusivamente en los laboratorios de empresas tecnológicas, centros de investigación y universidades.

 

Todo apunta a que será el material del futuro desbancando al silicio en la fabricación de diversos componentes. Como explica el CEO de Graphenea, es “un nanomaterial de tan sólo un átomo de grosor. Se trata de una malla hexagonal de átomos de carbono que tiene propiedades que no se dan coordinadas en ningún otro material. Eso lo hace muy interesante para aplicaciones en sectores como el almacenamiento de energía, baterías, células solares y electrónica, entre otros”. Además, “a medio plazo, el grafeno se usará como conductor transparente en los dispositivos con pantalla táctil”, precisa. Y por si fuera poco, se ha demostrado que es el material más fuerte: puede llegar a ser 200 veces más resistente que el acero.

 

Todo esto quedaría en una mera anécdota, si no se consiguiese sintetizar el material a un precio competitivo. “Con nuestra tecnología, la producción es casi de coste fijo. Ahora, los precios son altos porque el volumen que demanda el mercado es muy pequeño y va a investigación, donde el precio no es tan importante. Pero pensamos que el grafeno puede ser más barato que el silicio a medio plazo. Y a largo plazo, podría llegar a ser comparable al precio de ciertos plásticos”, remarca De la Fuente.

 

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Fuente: Revista Emprendedores.