Muchos jefes han llegado donde no debían. El problema es que, cuando alcanzan un determinado nivel de incompetencia (que suele ser bastante elevado), estos mandos tienden a parapetarse para que los demás no se den cuenta. Éste no es el caso de los emprendedores.

Quienes apuestan por el proyecto creado por un innovador no son precisamente el tipo de profesionales que se dedican a cumplir lo suficiente de forma ramplona. En un entorno así nunca fluye el talento, porque quienes tienen a un incompetente como jefe deciden convertirse en súbditos y aduladores de un mediocre. No aportan demasiado a la organización y extienden la mediocridad por toda ella.

A los emprendedores tampoco les afecta esto. Tres de cada cuatro españoles quieren jefes que les ayuden a desarrollarse profesionalmente. Parece claro que los managers, más que jefes, son líderes preocupados no sólo del desempeño de los empleados y de gestionar recursos, sino también de motivar y desarrollar a sus colaboradores. El jefe influye en los demás, pero no manda. Es un generador de espacios emocionales en los que la gente puede liberar el talento que tiene. Y esto tiene mucho que ver con la mentalidad start up que surge de las ideas y proyectos de los creadores de empresas. Esto nos lleva a pensar en el emprendedor no sólo como generador de nuevas profesiones e impulsor de nuevos negocios. También se convierte en un nuevo tipo de líder y en prototipo de jefe ejemplar.

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Fuente: Diario Expansión.