Son personas muy competente en tecnología y producto y constituyen el corazón de la empresa, que se suele armar en torno al producto.

En cuanto el proyecto arranca se dan cuenta de que necesitan vender, pues sin ingresos no se puede tener un negocio sano y empiezan a pensar que necesitan un responsable comercial.

Y cuando todo sale más o menos bien y ya son capaces de tener un producto adecuado y con cierto éxito comercial se plantean: “ahora necesito un contable”

Esto puede funcionar en algunos casos, pero en la mayoría se han pasado por alto algunos puntos importantes.

Si la compañía necesita financiación inicial aparte de la conseguida de las tres F, será necesario tener un plan de negocio con proyecciones financieras sólidas para defenderlo ante los financiadores, y saber explicarlo.

Si se consigue completar con éxito una primera ronda de financiación lo normal será que la empresa tenga que acudir en un futuro a una segunda, tercera… para poder financiar su crecimiento. En estas rondas la cosa se complica, porque ya estamos hablando de valorar la compañía, protegerse de la dilución de los socios fundadores, negociar cláusulas de los pactos de socios “suicidas”…

Y además hay un elemento fundamental. En cuanto que una startup empieza a funcionar ya tenemos una EMPRESA y esto lleva aparejado inexorablemente la palabra GESTIÓN.

La gestión abarca todos los aspectos: desarrollar procedimientos administrativos, de gestión de personal, implantación de sistemas de calidad, planificación financiera, relación con inversores, auditores, consejos de administración…Y todo esto es muy difícil que lo pueda hacer el emprendedor, pero tampoco lo va a poder hacer un simple contable (con todos mis respetos) que sólo cobra por contabilizar unas facturas y deriva a una gestoría el resto de tareas.

Así que la decisión está ahí. Abaratamos al máximo los costes de gestión a costa de tener una empresa bien gestionada o apostamos por incluir en el equipo un buen director financiero que complemente a los otros perfiles.

La decisión es del emprendedor pero mi opinión es clara: lo barato sale caro.

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