Cualquier emprendedor que haya puesto en marcha una empresa, dirá que dirigir una startup es estresante, te consume mucho tiempo y con un alto riesgo. Pero antes que una compañía se capaz de hacer la transición a la etapa de crecimiento, tiene que pasar por muchas subidas y bajadas. Pero mientras que aproximadamente el 80% de las startups fracasan en los primeros cinco años, los emprendedores pueden hacer algunas cosas a nivel interno para que su empresa supera la fase startup y pase al nivel 2. A continuación, encontraréis las cosas más importantes a tener en mente.

1. Empieza con una gran idea

Puede parecer algo simple, pero tener una buena idea- ya sea con un producto nuevo y revolucionario o un servicio innovador- te lleva a la mitad del camino. Si tienes una gran idea y eres capaz de identificar el mercado más apropiado para venderla, ya verás como la compañía irá creciendo de manera orgánica y los inversores harán cola para tener una pequeña parte de tu negocio. Si en cambio tienes problemas a la hora de asegurar los intereses de los inversores, hay algo que no acaba de ligar. A lo mejor tu idea no es tan buena como pensabas, o no hay un mercado potencial suficiente para eso. Si eso pasa, ha llegado el momento de pivotar- es decir, cambiar la dirección de tu idea. Tendrás que ir jugando a esto hasta que encuentres algo que realmente funcione, o te quedes sin dinero.

2. Encuentra a los mejores

Tener un buen equipo detrás es fundamental para que el negocio encaje. Durante el tiempo que tu compañía sea un startup, los 10 primeros trabajadores tienen que encajar perfectamente en esta fase: tienen que ser polifacéticos, flexibles y extremadamente innovadores. Durante la fase startup, quieres tener un equipo agresivo y general, dispuesto a echar una mano en todo y hacer cualquier cosa en un abrir y cerrar de ojos.

Pero a medida que la compañía se desarrolle y expanda, necesitaras menos trabajadores generales y más especialistas. Necesitarás aquellos que tengan que crear la tecnología necesaria para tu producto, un departamento de ventas a parte, uno centrado en las operaciones y un equipo directivo. Y todos tendrán que tener unas competencias excelentes en su sector de trabajo, ya que no hay margen de error posible.

Si una idea para una startup no es lo suficientemente convincente para conseguir fondos, pero el equipo que tiene detrás es sólido, las oportunidades de inversión aumentan. Pero hay que tener en cuenta una cosa; los que empiecen a trabajar contigo no serán los mismos que estarán a tu lado 10 años más tarde.

3. No hace falta tener un Máster en administración de empresas

Una educación concreta, puede, como mucho, ser indicador de ciertas habilidades. Sin embargo, hay que entender que una falta de educación no es un indicio de falta de capacidad. Aunque contratar aquellos que vengan de las mejores universidades es una manera de identificar empleados prometedores, hay mucha gente de gran calibre que no tienen porqué tener un título de Harvard.

Esto suele pasar mucho en el mundo de la emprendeduría. Algunos de los que han tenido más éxito- como Bill Gates o Steve Jobs- no tenían títulos universitarios ni posgrados. Y a tus clientes no les importará saber a qué escuela fuiste; lo que les importará de verdad es que seas inteligente, con capacidades y con un gran equipo detrás que apoya tu idea.

4. No te involucres demasiado

Una vez tengas en marcha un producto y unos cuantos clientes, llegará el momento de hacer que tu empresa escale posiciones. Como ya hemos comentado, tal vez esto implique un grupo de gente distinto al de tus principios, ya que necesitarás un grupo de expertos que conduzcan  tu empresa al éxito y al crecimiento a largo plazo. Tienes que ser consciente que algunos de tus trabajadores podrán hacer esta transición, y otros no. Es así de simple.

Aunque pueda sonar contraindicativo, es importante que mantengas distancias con tu compañía y tus empleados. Si uno de los 10 miembros del equipo original, ya no es un activo para la empresa, necesitas sentarte con él, hablarlo, y arreglar el tema. A veces podrás resolver el tema, otras, no. Si no se puede arreglar, lo mejor, por el bien de la empresa, es cortar los lazos tan pronto como sea posible.

A veces, veréis que alguien ya no encaja en la misión o en las necesidades de la empresa. Por más buena persona que sea, es algo que debe aceptarse. Una empresa no es un organismo vivo que devuelve todo el amor que le das; existe únicamente para tener ciertos beneficios. Así que si la cosa no va por ese camino, ¿de qué sirve?

5. Tienes que ser transparente

Este último punto es importante. Todo equipo debe saber la verdad de las cosas que pasan en una compañía, y en una startup, aún más. En principio, tus empleados están totalmente inmersos en la empresa, respirando su mantra día tras día. Merecen tener acceso a la información que el equipo directivo pueda tener, ya que esperarán una ambiente de trabajo honesto. Ya que las startups tienen un riesgo elevado por sí solas, sus trabajadores deberían tener, siempre que sea posible, una sensación de seguridad y transparencia. De esta forma, en el peor de los escenarios (cuando tengáis que compartir malas noticias), por lo menos no les pillará por sorpresa.

Iniciar una startup es duro, pero pasar a la fase 2 y dejar la etiqueta de startup detrás, lo es aún más. Si tienes una buena idea y el equipo correcto detrás, hay potencial. Y si además de todo eso, eres un buen líder, tu empresa no tendría que tener ningún problema para tener éxitos en el futuro.

Más información: Eureka-Startups.

Fuente: Eureka-Startups.