Pau García Mila, fundador de EyeOs, una plataforma de nube privada creada en 2005, rechazó un acuerdo de colaboración con Twitter cuando la web gratuita demicroblogging todavía no tenía la repercusión que ha adquirido en los últimos años. En ese momento no confiaba en el proyecto y perdió una oportunidad que podría haberle llevado a competir con las grandes en el sector de las redes sociales.

Las fusiones entre start up no existen. Lo que suele producirse son acuerdos de colaboración o partnership porque, como explica Javier Santiso, fundador de Start Up Spain, "en estos pactos estas pequeñas compañías pueden negociar de tú a tú". En el fondo, se trata de lograr ser más competitivo a través de soluciones con valor añadido conseguidas con la suma de productos compatibles. Una fórmula para crecer que evita que estas pequeñas firmas sean engullidas por los big players y les garantiza a los fundadores de las start up autonomía sobre su empresa y su producto.

Patricio Hunt, socio director de Intelectium, no cree en las fusiones al uso entre este tipo de organizaciones, "al final se convierten en absorciones. Aunque de cara a los empleados se vende como un acuerdo entre iguales para tratar de mantener el clima laboral". Hunt afirma que uno de los mejores acuerdos de colaboración son los que se producen entre compañías que poseen un intelecto propio, como una tecnología patentada, y se acercan a otra más grande con la intención de ampliar sus canales de venta. Este es el caso de 11870 y QdQ.

Roberto Heredia, artífice de 11870, un portal que sirve para guardar y compartir sitios y servicios mediante opiniones, fotos y vídeos en cualquier parte del mundo, explica que la firma comenzó a funcionar hace seis años como un start up y enseguida se vio en la necesidad de llegar a un acuerdo con una compañía que les permitiera afrontar buena parte de la comercialización de su producto. QdQ es un directorio de empresas en la red que permite encontrar toda la información sobre pymes y profesionales. "Firmamos el acuerdo con ellos en septiembre de 2011 y en enero del año pasado ya empezó a dar sus frutos. Nos han aportado 16.000 clientes, que se suman a los 2.000 con los que contamos nosotros", apunta Heredia. 11870 tiene una plantilla de 25 personas, lejos de los más de 300 que integran QdQ.

Este emprendedor asegura que uno de los principales temores que les asaltaron en los inicios de este acuerdo fue que "la cara y los ojos dejan de ser los tuyos, se ponen en manos de otra empresa y eso puede provocar cierta incertidumbre. Es fundamental establecer la bases de la colaboración de antemano y hacerlo con un horizonte temporal que permita ver los resultados. En nuestro caso es de tres años". Añade que para que la relación empresarial funcione "es clave congeniar con la compañía desde un punto de vista personal, tener cierta sintonía y que los intereses estén alineados".

Y es que hay quienes no buscan una alianza, sino trabajadores para su organización, sobre todo cuando el acuerdo se produce entre una pyme y una empresa más grande con más recursos y mejor tecnología. No obstante, Gal Dubitski, fundador de ToCarta, una aplicación para tabletas dirigida al sector hostelero, asegura que este tipo de colaboración es la más usual porque "es difícil encontrar start up que dispongan de productos complementarios".

Aunque Dubitski ha descubierto a su media naranja empresarial en la firma Gusteu, fruto del ingenio de Eugenio Mendoza, que plantea un sistema para rentabilizar los menús de los restaurantes, sabe que lo más normal es encontrar alianzas entre start up y grandes empresas porque "la pyme puede aprovecharse de la capacidad para mover el producto en el mercado que tiene la gran compañía. Además, también sirve para mitigar el riesgo que surge cuando se desarrolla un nuevo producto", indica Dubitski.

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Fuente: Diario Expansión.