El tema no es nuevo. Ha evolucionado, con creciente intensidad, desde hace casi 50 años, cuando la crisis de 1973 puso punto final al modelo del crecimiento sin límites de los 60. En ese momento, en España las empresas empiezan a preocuparse por las enseñanzas universitarias y por la formación de los profesionales que se necesitaban en aquellas circunstancias. Nace la Fundación Universidad-Empresa de Madrid y, al cabo de unos años, el artículo 11 de la LRU de 1983, tras fuertes debates ideológicos, da luz verde a que los departamentos y los profesores puedan establecer contratos con empresas.

En general, este proceso se ha caracterizado más por un cierto reconocimiento mutuo, por unos «deseos de colaboración», que por resultados concretos, difíciles de alcanzar, por otra parte, con los medios dispuestos para «unas relaciones profesionalizadas». Pero esta situación va a cambiar. Con la crisis y la globalización, este tipo de relaciones entran en un contexto radicalmente nuevo que va a precisar unas reglas más estrictas, eficaces y profesionales. Lo fundamental, para la empresa, no va a ser tanto «un contrato» o «un curso» como que la cadena de valor de la innovación funcione y produzca, realmente, la conversión de un conocimiento en un nuevo producto. A la empresa ya no le interesará tanto un mero contrato de transferencia como una actividad sostenida de intercambio de conocimiento. Y le va a interesar una universidad que le ayude a generar nuevos modelos de negocio, que le aporte talento y que le facilite los RRHH que las nuevas tecnologías demandan.

Por su parte, la Universidad ha de contemplar la empresa como una colaboradora importante en sus actividades de generación de conocimiento, más allá de los recursos que le pueda reportar. En el actual marco de la innovación abierta, ha de reconocer que su rol ha cambiado, como lo ha hecho su ámbito territorial a raíz de la globalización y las nuevas tecnologías.

Hoy, más que nunca, empresas y universidades se necesitan para complementar sus propias cadenas de valor. Y en este nuevo marco ya no bastan las estructuras tradicionales de los últimos años.

Ahora nos jugamos la salida de la crisis.

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Fuente: Diario Expansión.