Cortar por lo sano suele ser la fórmula más utilizada cuando a una empresa le sorprende una crisis. Recortar plantilla sin preocuparse demasiado por la pérdida de talento que ello pueda suponer, y fichar directivos estrella con la esperanza de que sea esta figura quien salve a la compañía de la delicada situación son las dos vías por las que primero optan las organizaciones para intentar sobrevivir al bache.

Históricamente la estructura empresarial se ha caracterizado por una forma piramidal con una amplia fuerza de trabajo en la base y una cúpula directiva más reducida dedicada a organizar y dirigir las distintas ocupaciones. Una compañía, como organismo, necesita del buen funcionamiento de sus partes para poder sobrevivir. Carlos Monserrate, socio de Odgers Berndtson, explica que “cuando un cuerpo se resiente es inevitable una intervención. Por eso lo ideal es dar con un buen cirujano que sepa eliminar lo que sobra sin perjudicar demasiado el buen hacer de los distintos órganos que lo componen”. Esto es lo que tratan de hacer muchas empresas en estos momentos. Por desgracia, la situación es tan extrema que optan por medidas drásticas que reporten resultados a corto plazo.

Estas medidas que engordan la cúpula directiva y adelgazan la base, dibujan una pirámide invertida en la que puede haber demasiados jefes para los empleados de a pie. En no pocas ocasiones, la falta de previsión y no identificar la crisis, o lo que es peor, negarla, es lo que provoca que una empresa se vea obligada a desvirtuar su estructura. Cuando la coyuntura económica aprieta, la mayoría de las compañías optan por los despidos en busca de un recorte de gastos. Esta reducción de personal suele producirse en los estratos más bajos del organigrama, pues “muchas firmas consideran estas épocas de crisis como pasajeras y creen que lo mejor es apostar por las cabezas pensantes y los técnicos, más difíciles de conseguir en el mercado”, dice José Ramón Pin Arboledas, profesor del IESE. Sin embargo, que ésta sea la opción más habitual no la convierte en la más sensata. “Si se trata de reducir costes, lo más efectivo es cortar por la mitad de la pirámide, es decir, por los mandos intermedios. Además, lo justo sería comenzar por la capa de arriba, por los responsables. Los japoneses acometen estas reestructuraciones por la cúspide de la pirámide”, añade Pin Arboledas.

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Fuente: Diario Expansión.