Algunos ejemplos de spin-off podrían ser los siguientes: 1) Un investigador universitario decide, con apoyo de su universidad, crear una empresa para explotar los beneficios comerciales de una patente obtenida en sus laboratorios, 2) Un grupo de profesores crea una empresa para el desarrollo de software educativo, que se nutrirá de los avances tecnológicos obtenidos en su universidad, 3) Un centro tecnológico aporta capital y apoya la iniciativa de un investigador que crea una empresa de servicios relacionados con la biotecnología.

La creación de spin-off permite a las universidades y centros de investigación: 1) Aislar el riesgo financiero de proyectos muy innovadores y que no tienen cabida en su estructura de gestión, 2) Canalizar la vocación emprendedora de algunos miembros de su personal, 3) Propiciar una alternativa laboral a investigadores cualificados que no encuentran espacio en el sistema público, 4) Valorizar tecnologías para después ser vendidas mediante otras modalidades.

Pero la principal ventaja de crear spin-off de origen científico es que permiten “sacar del congelador” tecnologías que difícilmente serían transferidas a la sociedad por otra vía. La consigna es: si no aparece la empresa interesada en explotar una tecnología prometedora, entonces creémosla nosotros mismos.

La idea anterior responde a la creencia de que la creación de empresas desde la universidad debería perseguir como principal objetivo la transferencia de tecnología. Por eso, siendo coherente con ese principio, por lo que es necesario insistir que la creación de spin-offs científicas no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para lograr objetivos sociales más amplios. Ello significa que cuando se consigue crear una empresa, sólo se ha comenzado el trabajo. Crear empresas no es lo más difícil, sino mantenerlas y hacerlas viables a largo plazo.

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Fuente: Innocash.