Algunos lo llaman el tercer espacio, porque no es trabajar en casa y tampoco supone pasarse una jornada laboral en la oficina. A caballo entre el trabajo normal y el teletrabajo, el coworking implica invertir las horas de labor junto con otros profesionales que trabajan en sus propios proyectos.

Frente al llamado emprendedor Gollum (el que no quiere poner nada en común), la opción del coworking implica compartir un espacio de trabajo muy especial con otros, realizando una actividad profesional de manera independiente. Y supone una fuente de inspiración alternativa, ideal para aquellos que creen que la actividad solitaria impide el contacto con otros colegas, y repartir ideas y frustraciones.

El trabajo –y más para los emprendedores– ya no es un lugar al que vamos, sino algo que hacemos. La llamada generación Nintendo contribuye decisivamente a transformar el lugar de trabajo con nuevas exigencias que tienen que ver con su concepción del mercado y las nuevas formas de entenderlo, o de crear su propio empleo.

El desarrollo del coworking en mercados como el estadounidense lleva a que compañías como WorkSnug.com investiguen todo tipo de detalles, como el nivel de ruidos de la comunidad, la fiabilidad de las conexiones, los niveles de energía, el ambiente del vecindario, e incluso la calidad del café.

LiquidSpace.com permite a los trabajadores móviles navegar en un ecosistema laboral en tiempo real para trabajar dónde, cuándo y cómo quieran. Conecta a la gente que necesita un espacio para trabajar con personas o instituciones que disponen de esos espacios requeridos.

Y Loosecubes pone en contacto a potenciales "compañeros de trabajo" que quieran compartir esos espacios, estudiando sus perfiles y adecuándolos para que el coworking resulte eficaz.

Más información: Diario Expansión.

Fuente: Diario Expansión.